Un día como hoy, pero de 1935, vino al mundo una niña, cuyos padres Juan Ramírez Coeto e Imelda Partida Mendoza, la bautizaron con el nombre de Yolanda del Monte Carmelo Ramírez y Partida, y que años más tarde, en el ambiente deportivo a nivel mundial, se le conoce simplemente como «Yola Ramírez».
Originaria de Teziutlán, Puebla, Yola, escaló a grandes alturas su deporte predilecto: el tenis. Y a través de su esfuerzo, dedicación, sacrificio y tenacidad, se convirtió en una Gloria Deportiva nacional, nombrada en México la Tenista del Milenio (1999).
En su fructífera carrera, fue campeona nacional ocho veces, y es poseedora de ocho medallas en Juegos Panamericanos (cuatro preseas de oro, tres de plata y una de bronce).
Más tarde se convirtió en ícono del tenis femenil mexicano, pues ha escrito páginas de oro en la historia de esta disciplina.
Y es por derecho propio, el emblema y estandarte de este deporte.
Además de haber sido la embajadora del tenis nacional por el mundo.
En su carrera tenística, cuando el tenis no era una actividad profesional, llegó a obtener 32 títulos: 29 de ellos en singles.
Sus máximos logros fueron convertirse en campeona en dobles (haciendo dupla con Rosa María «Pajarita» Reyes, en 1958) y dobles mixtos (en compañía del británico Billy Knight, en 1958), en la arcilla sagrada de Roland Garros, además de ser doble finalista en singles.
Ha sido inducida al Salón de la Fama de Wimbledon «Last Eight Club» y al Salón de la Fama de Roland Garros.
Es la única tenista mexicana en colocarse en el escalafón 6 del listado internacional.
Por todo esto y más. ¡Muy Felices 90, Yola Ramírez!.
Por Roberto TELLEZ LUCIO / Jefe de Prensa FMT).