Este año se cumplen 35, desde que en 1990 Angélica Gavaldón adquirió un papel protagónico en el tenis mexicano e internacional, cuando a sus 16 tiernos años se convirtió en la joven sorpresa del Abierto de Australia.
En dicho certamen, después de superar la ronda de clasificación, la mexicana concretó la hazaña de llegar hasta cuartos de final con dos victorias incluidas sobre cabezas de serie.
La Gavaldón, como posteriormente se le conocería, se metió por aquel prodigioso desempeño en el top 100 de la WTA, un logro que hasta el año pasado consiguió otra tenista mexicana, Renata Zarazúa, quien gracias a ello logró entrar de manera directa al cuadro principal del Abierto de Australia de 2025, el cual dará inicio este fin de semana.
Pero de regreso a 1990, ninguna otra tenista mexicana había logrado una actuación de tal magnitud en una cita de Grand Slam; es decir, desde que a finales de los años 50 y principios de los 60 Yola Ramírez y Rosa María Reyes se habían hecho visitantes asiduas a las finales de Roland Garros en singles y en dobles.
Angélica Gavaldón fue en aquel enero de hace 35 años el típico caso de la joven jugadora a quien nadie enfoca en los primeros días de la competencia. Al final de ésta, todos los medios querían entrevistarla, no sólo por su resonante actuación en Melbourne, sino por la polémica en torno de su nacionalidad y porque partió de Australia sin un dólar en la bolsa.
En ese inicio de década las agencias de noticias se empezaron a referir a ella como la «americana», la «nacida en Estados Unidos», la «estadunidense de padres mexicanos» o la «méxico-americana». Ríos de tinta corrieron a ese respecto.
Angélica nació en El Centro, California. Pasó 12 años de su infancia en Tijuana y luego sus padres la llevaron a vivir y a jugar a Estados Unidos. Cuando le llovieron entrevistas después de su memorable desempeño en Australia, dijo que a ella le agradaba la idea de jugar por México, lo cual acabó por cumplirse en 1992 en los Juegos Olímpicos de Barcelona.
Desde pequeña había dado muestras de su calidad en el tenis en competencias en México, Sudamérica y Estados Unidos, y a los 14 años se presentó en un torneo profesional de la WTA, en San Diego.
LA ODISEA DE MELBOURNE
Angélica quedó colocada como sexta cabeza de serie de la qualy. Apoyada por su sitio 192 en el ránking mundial de la WTA, libró bye la primera ronda. Enseguida venció a la búlgara Magdalena Maleeva por 4-6, 6-4 y 6-2, y después a la japonesa Tamaka Takagi por 6-3 y 6-0.
Ya en el main draw se impuso en la primera ronda por 6-3 y 6-3 a la estadunidense Laxmi Poruri, una vecina suya en California y quien se convirtió en aquel entonces en la primera mujer indio-estadounidense en jugar en la WTA en la era de los abiertos. En la segunda ronda, Gavaldón superó a la lucky loser francesa Alexia Dechaume-Balleret por 6-4, 4-6 y 7-5.
Entonces, en la tercera ronda, la desconocida jovencita de 16 años dio la campanada cuando eliminó por 6-1, 1-6 y 6-1 a la séptima sembrada, la experimentada australiana nacida en Checoslovaquia Hana Mandlikova, una jugadora de 28 años quien para ese entonces ya tenía en su palmarés cuatro títulos de Grand Slam, entre ellos dos del Abierto de Australia.
No paró ahí. Angélica se adjudicó el pase a los cuartos de final con otro triunfo que acaparó los titulares, en tres sets frente a la leyenda del tenis puertorriqueño, Gigi Fernández, por 6-3, 1-6, 6-2.
Su camino se detuvo sólo ante la alemana Claudia Porwik, por 4-6 y 3-6.
Por su condición de amateur la mexicana no pudo cobrar los 24 mil dólares que le correspondían como premio por haber llegado a los cuartos de final. No obstante, cinco años después, en 1995 volvería en Melbourne a confirmar su nombre entre las mejores del deporte blanco internacional y, ahora sí, a cobrar el cheque. Pero esa es otra historia por contar.
Gavaldón, actualmente de 51 años, inició su carrera tenística a los nueve años y debutó como profesional a los 14. Llegó a ubicarse en el escalafón 34 de la WTA, el 1 de enero de 1996.
(Por Héctor Olivares Vega / Reportero FMT).